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Un cerveceo de Leyenda 2ª Parte U Fleku


Cogiendo como referencia el glamuroso teatro nacional de Praga, donde Neil Burger rodara su film de El Ilusionista (2006), disfruta del paseo a orillas del rio Moldow, hasta llegar a la gran avenida Myslikova, bulevar con gran cantidad de restaurantes típicos checos. Continúa recto hasta llegar a la altura del hotel EA Manés y gira a tu izquierda. Al final de la calle se alzará ante tus ojos el fastuoso reloj de U Flekû mostrándote la hora de descanso. Ahí reposa su característica cerveza: Flekovský Tmavý Speciál.


El edificio es bastante extenso y laberíntico, así que no te preocupes si entre corredor y academia (nombre recibido a cada una de sus numerosas salas) pierdes la orientación: merece el esfuerzo; cada estancia está decorada con un conjunto de iconos labrados en materias nobles recordando las pericias de su historia, así como de su producto nacional: la birra. U Flekû es uno de los iconos de la capital checa; no solo por su cerveza y vodka (del que también te aconsejo probar) sino por su gastronomía. En mi estancia allí, me decanté por su goulash “U Flekû”: una sopa de carne, patatas, champiñones y especias, cuidadosamente dispuesta y a temperatura templada, junto a un plato con salchichas especiadas, pimientos rojos y guindillas que acabaron maridando genial con la cerveza del local. Todo ello amenizado con música folclórica y la danza de algún que otro cliente, que perdía la vergüenza y se lanzaba a imitar a los músicos.


La cerveza en cuestión es una laguer negra, aunque su color al contraluz se tornaba cobrizo. Abundante en posos, su espuma color marfil permanece a lo largo de toda la ingesta. En boca aprecie notas a café y maltas, ambos matices suaves tanto en nariz como en boca. No obstante debo añadir también que me esperaba más intensidad en el paladar: en el regusto el café desaparece muy rápido, dejando la boca húmeda. Sin retrogusto. Cada jarra cuesta 2€ y el vodka 1.5€ aprox. Precios tirados para no hacer sufrir la cartera y gozar de la pasión que envuelve al cervecero.


En definitiva, todo un placer para los sentidos, aunque también he de dejar constancia de la tosquedad con la que los checos reciben a sus clientes (algunos más que otros, pero es una realidad). Aún y todo, no dejes que eso te quite las ganas e ilusión de disfrutar por entero de tu estancia en tal bella ciudad y establecimiento; los asuntos del mundo van y vienen, pero la cerveza siempre permanecerá esperando a los beerlovers de espíritu.


¡Un saludo! Muchas gracias por leer este post de Leyenda y ¡Te espero en el siguiente!


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